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Exposición Auschwitz

Publicado: 2019-01-16

Columna publicada primero en Noticias SER.

De paso por Madrid, visité la Exposición Auschwitz. Pensé que no llegaba, pues su cierre estaba programado para inicios de diciembre 2018, pero el éxito de concurrencia motivó una nueva prolongación de la muestra (ya había sido extendida anteriormente), esta vez hasta febrero 2019.

Es la primera vez que el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, que custodia los lugares donde funcionaron los conocidos campos de concentración nazis, organiza una muestra fuera de sus instalaciones. La intención es presentarla a lo largo del planeta. La primera escala ha sido Madrid.

Como es usual en los lugares donde se evoca la memoria de graves y masivas violaciones de derechos humanos, las tres horas de visita resultan abrumadoras. Incluso el conocimiento previo de este proceso, como en mi caso, resulta insuficiente para lograr una comprensión cabal de la magnitud de esta tragedia. El recorrido permite una experiencia cercana de la forma en que se organizó la deshumanización de las personas en los campos, a través de objetos y de testimonios –en textos y videos- de sobrevivientes. No es posible la indiferencia ante el horror de la maquinaria nazi desplegada en lugares como Auschwitz.

Pero la exposición no apela a la sensiblería fácil. Las emociones son producto del impacto que produce la información que se entrega a lo largo del recorrido, y que permite una comprensión sobre el contexto político e histórico en el que surgió la ideología nazi, en cuyo interior se justificó el exterminio de los judíos, los opositores y otras minorías. También se describe la organización y la vida cotidiana en los campos, y la forma en que estos funcionaron para la degradación –y en muchos casos, el asesinato- de los internos.

Foto: Exposición Auschwitz

Destacable también los casos de resistencia a la maquinaria de muerte, no solo a través de intentos de fuga o conspiraciones, sino especialmente a través de pequeños gestos cotidianos de cuidado y solidaridad, mediante los cuales muchos sobrevivientes lograron preservar un mínimo de dignidad en un escenario especialmente preparado para despojar de todo resto de humanidad a las personas. Y, por supuesto, la palabra final de quienes alcanzaron la liberación, llamando a guardar memoria de esta tragedia para evitar su repetición.

Al concluir la visita es inevitable pensar que la realidad mostrada en esta exposición no se ha quedado en el pasado. Ideologías de odio, basadas en la discriminación, la xenofobia y el rechazo al diferente, recorren hoy Europa y el planeta entero. Aunque no se trate de las mismas circunstancias históricas, es posible efectuar comparar Auschwitz y su contexto con situaciones actuales. Creo que el subtítulo de la exposición – “No hace mucho. No muy lejos” – alude precisamente a esto. Como lo han señalado sobrevivientes (por ejemplo, Primo Levi) y quienes han reflexionado sobre este hecho histórico (Arendt, Adorno, Todorov), Auschwitz no es un fenómeno anómalo a la modernidad occidental, sino que surge de su propia racionalidad instrumental, y por eso mismo, subsiste como riesgo permanente entre nosotros. De allí la importancia de exposiciones como esta y de los intentos serios de resguardar la memoria de las tragedias humanas que forman parte de nuestra común historia.

Mayor información sobre esta exposición en su sitio web: Exposición Auschwitz.

Twitter: @RivasJairo


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