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Oposición semileal

Publicado: 2017-12-15

La fuerza política mayoritaria en el Congreso ha arremetido en las últimas semanas contra el Fiscal de la Nación, cuatro magistrados del Tribunal Constitucional, el diario El Comercio o la revista Caretas. Sus voceros señalan insistentemente que todas sus actuaciones están amparadas en leyes o reglamentos, pero sus formas se van alejando de los modales democráticos y van derivando peligrosamente hacia una ruptura de la división de poderes, una de las bases fundamentales de nuestra vida democrática.

Esta actuación me ha hecho recordar el concepto de oposición semileal, empleado por Juan Linz en su célebre - y ya añejo – libro “La quiebra de las democracias” (Alianza Editorial, 1987). Este politólogo indagó sobre la caída de regímenes democráticos principalmente a causa de golpes militares. Esta modalidad ha sido reemplazada por los juicios políticos a los Presidentes (ver reciente artículo de Fernando Rospigliosi que cita una investigación de Aníbal Pérez-Liñán sobre el tema).

Para Linz, una democracia cae por efecto de las decisiones y conductas de sus principales actores, y a ello contribuye la oposición política cuando actúa en forma desleal o semileal. Este autor describe una decena de características que puede tener una oposición desleal con el régimen democrático. Por otro lado, precisa que una oposición es semileal cuando se verifica la “presencia intermitente, de manera atenuada o ambivalente” de algunos de estos rasgos, varios de los cuales parecen relevantes en nuestro contexto político actual:

“El disenso entre los partidos, los esfuerzos para desacreditar al contrario y el caracterizar a los otros partidos como representantes de intereses parciales en conflicto con el interés público son conductas normales, naturales y legítimas dentro del proceso democrático. El estilo, la intensidad y el uso de la mala fe de estas conductas marcan la distinción entre oposición leal y desleal”.
“… disposición a animar, tolerar, disculpar, cubrir, excusar o justificar las acciones de otros participantes que van más allá de los límites de las pacíficas y legítimas pautas de conducta política en una democracia”.
“Ataques al sistema político en general más bien que a partidos o a personas particulares, la difamación sistemática de los políticos en los partidos del sistema, la obstrucción constante del proceso parlamentario, el apoyo a propuestas presentadas por otros partidos presumiblemente desleales con fines desestabilizadores… “
“… en un grado u otro los partidos cuyo objetivo principal debería ser defender la autenticidad del proceso político democrático constitucional cometen actos que justifican la imagen de semilealtad que de ellos tienen otros participantes”.

El problema con una oposición semileal es que, llegado el caso, puede transitar hacia la deslealtad con sistema democrático. Para ello, siguiendo el esquema de Linz, debe ser capaz de generar una percepción extendida sobre la existencia de un “problema insoluble” que el gobierno es incapaz de resolver. Cuando esta percepción es empujada hacia una situación de crisis, llega el momento de la oposición desleal de proponerse como la solución y asumir posiciones de gobierno quebrando las reglas democráticas.

El caso Lava Jato y las extendidas denuncias que involucran a prácticamente toda la dirigencia política del país, junto a una ausencia de liderazgo del gobierno en la lucha contra la corrupción, constituyen el argumento perfecto para “justificar” los ataques iniciados por el fujimorismo contra diversas instituciones públicas y contra la libertad de prensa. Estas conductas recuerdan un proceso de debilitamiento y acoso a las instituciones democráticas que ya vivimos en los noventa. Evitemos que se repita.

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Twitter: @RivasJairo


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